Septiembre / Octubre 2015
Con gran alegría viví la experiencia de la Asamblea Mundial y deseo transmitirles el saludo que dirigí a las Exalumnas y Exalumnos presentes en este maravilloso evento:
Amigas y Amigos,
Considero que es importante en esta ocasión hablarles acerca de la Revista Unión pues estas palabras pueden estimularnos a una reflexión personal, a una mayor conciencia de la unidad, de la belleza, del valor de nuestra Asociación, que es mundial, abierta a todas las culturas, a todos los leguajes y situaciones que la vida nos ofrece.
Sabemos que todo instrumento de comunicación en cada época ha transformado profundamente la cultura y la sociedad hasta el punto de cuestionar las normas sociales y, a veces, amenazando ideológicamente la formación de la conciencia. Todo esto no nos debe asustar; por el contrario, se convierte en nuestro desafío, se vuelve un ámbito privilegiado de nuestra acción educativa.
La red telemática, el internet, sin lugar a dudas, ha creado la posibilidad de experimentar diversos modos de comunicación: hoy sabemos que en tiempo real es posible recibir noticias provenientes de todo el mundo. En este escenario es que muchos llegan a pensar que la revista impresa no tiene ya un papel preponderante pues es un medio anacrónico, salido de la realidad; pero no es así: la revista será siempre un instrumento fundamental para la libre circulación de ideas, para que a todos les llegue la información: tanto al obrero como al jefe, al joven y al anciano. La revista ayuda a intensificar la reflexión, a hacer un alto en el camino, a “disfrutar” de un espacio personal para ojearla, leerla, volver sobre los temas propuestos, destacar alguna idea resaltada, profundizar algunos aspectos, en fin, para transformar los receptores pasivos en lectores activos.
Podemos, entonces, afirmar el papel tan importante que asume nuestra revista: desde la información sencilla se pasa a un aspecto más cualitativo como lo es el de la formación.
Esta es la identidad de nuestra revista: ser un elemento unificador entre la realidad local y las realidades internacionales, profundizar en las distintas realidades para formar conciencia individual y personalidades bien estructuradas y definidas.
Sor María Luisa Miranda, la Madre de nuestra Asociación, en el encuentro que tuvo con nuestro Equipo Editorial, nos dejó este reto: “El tiempo que invierten para realizar la revista es un valor trascendente para quien cree en la Asociación: “Unión”, para la Asociación, tiene un doble significado: volver a las raíces con una mayor conciencia de lo que ha querido el padre Rinaldi para la Asociación y, también, una posibilidad de confraternidad entre ustedes y el mundo, ya que la revista es internacional y quien la recibe debe encontrar el sentido de lo intercultural y el sentido de pertenencia”.
Me complace, ahora, ir a los orígenes de nuestra revista y contemplar la actualidad de lo que se escribió en la presentación de la primera edición, en mayo de 1921: “Esta revista llega luego de muchos años de anhelos y esperanzas. Recuerden el modo como insistente y amorosamente se había reclamado un medio de comunicación que fuera un signo visible de la unión entre todas nosotras, que informara sobre las directrices del Consejo y las noticias de las distintas Secciones; en fin, que reflejara, de una manera sencilla y resumida, los frutos de nuestra acción”.
¡Qué maravilla! Las primeras exalumnas ya contaban con esa mirada amplia, de horizonte profundo, esa pasión educativa por la Asociación. Ahora, somos herederas (os) de esa larga historia, una historia elocuente que no podemos traicionar.
Gracias a todas las delegadas y exalumnas(os) por la colaboración tan significativa y hermosa en el sostenimiento de nuestra revista; gracias por su deseo de llegar a ser una gran familia que saca adelante, con empeño, los valores no negociables de nuestra identidad.
Gracias a sor Maritza que con su presencia constante y calificada nos sostiene en esta tarea no siempre fácil pero satisfactoria.
Gracias a los integrantes del Equipo de Redacción: la incansable Luana, la preciosa Ana María, la apasionada Laura, la creativa Cristina, el maravilloso fotógrafo Gianni, la sabia sor Teresita, la “gran” Silvana que siempre está presente así sea a distancia.
Un agradecimiento especial, también, al padre Pascual Chávez, que con su sabiduría sacia nuestra sed de profundizar cada vez más en la Espiritualidad Salesiana. Y permítanme un agradecimiento intenso y fuerte a nuestra querida Presidenta Paola, quien durante estos años nos compartió su liderazgo, su amabilidad, su pasión salesiana, sin escatimar tiempo.
María Auxiliadora nos ilumine, nos sostenga y nos dé siempre la fuerza y el ánimo para ser personas de esperanza.